La pústula francesa

La UE sufre una infección

Hace ya algún tiempo que leo impresionado la información relativa a la situación de Francia y su evolución en años recientes. Todo apunta a un colapso cultural y político que no saben cómo superar.

Son muy numerosos los ejemplos de su crítica situación, que, además de vivirla interiormente, proyectan sobre el conjunto de Europa, a comenzar por los países y las instituciones de la UE.

Un breve recorrido permite destacar algunas situaciones especialmente llamativas:

“Francia decreta toques de queda para menores de edad”. “Severidad en varias ciudades para frenar la violencia juvenil”.

Suicidios de trabajadores, recortes laborales y «gestión tóxica»: qué está pasando en el Banco de Francia”.

Francia torpedea la integración ferroviaria europea: “retrasa un año la llegada de la alta velocidad de Renfe a París”.

“Marine Le Pen ha sabido fidelizar a un electorado femenino”.

Prohibidas manifestaciones y conferencias que rechazan el genocidio palestino en Gaza.

El cierre de una parte de la A13 replantea el problema del estado de las carreteras en Francia: la red se degrada por falta de inversiones.

Macron: Según los medios, en política internacional, lo que ha caracterizado al presidente francés desde 2017 no ha sido su coherencia ideológica ni estratégica, sino su estilo personalista y oportunista. 

“La otra cara de los Juegos Olímpicos de París: desalojos de personas sin hogar y trabajadores sin papeles en las obras. Diferentes organizaciones sociales denuncian una “limpieza social” de personas en situación de precariedad a medida que se acerca el inicio de las Olimpiadas”.

La pregunta que se hace cualquiera: si este es el panorama, ¿Cómo se hace para salir de él? Los franceses parecen no saberlo, al menos si uno se fía de lo que dicen los medios, pero lo peor es que Macron solo da bandazos: muy mal síntoma.

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