Historias con escaso paralelismo
Últimamente, a raíz de elecciones ocurridas en países latinoamericanos, se ha hecho costumbre utilizarlas como referencias para encauzar y dar un sentido específico a análisis de la política en Europa. El esquema es muy simple: si se trata de avances de la derecha se alude a Milei; si se trata de la izquierda, el referente reciente es Scheinbaum.
Es decir, la actualidad política argentina nos situaría en la órbita de los avances de la extrema derecha europea, y las recientes elecciones presidenciales mexicanas estarían marcando el rumbo de la izquierda. Y todo ello sin la menor alusión a los respectivos contextos históricos ni a las respectivas trayectorias políticas que han desembocado en las situaciones aludidas.
Conociendo el panorama general de la cultura política española en relación con Latinoamérica, la verdad es que estas tentaciones no resultan sorprendentes. Pero, al margen de la hiper simplificación de los análisis trazados, la cuestión crítica reside en que tanto la Argentina como México tienen unas historias políticas que no discurren en absoluto por los mismos derroteros que las de los países europeos implicados en estas reflexiones, en particular España (ni sus respectivas historias son ‘paralelas’).
Puede que quepan múltiples matices, pero es evidente que el Estado mexicano es un estado fallido. Sobre todo, porque existe una violencia endémica, practicada principalmente por las bandas de los narcos, ante la cual el aparato militar y policial del estado es incapaz de intervenir, de manera que la población civil se encuentra ante la más completa desprotección salvo que pague la protección otorgada por los narcos que controlan los diferentes territorios.
En este ambiente, está por ver qué puede hacer un gobierno de izquierda. Por lo pronto, el PRI nunca resolvió esta cuestión, y su “disidente de izquierda”, AMLO, solo ha sido espectador de un proceso rápidamente agudizado. A poco de las elecciones, nuevas acciones de los narcos, ahora en Chiapas, con la ausencia de las fuerzas del estado y la huida masiva de la población.
Y, en el caso de la Argentina, ¿de verdad se quiere explicar lo sucedido con Milei como un exabrupto ultraderechista inscrito en una tendencia planetaria? Los “exabruptos” (entendidos como disrupciones históricas que abonan el terreno al populismo y a las dictaduras militares) forman parte de la historia política argentina de gran parte del siglo XX y de lo que llevamos del XXI. Simplificando, está por ver que exista en Europa, y concretamente en España, un líder ultraderechista que dialogue con su perro muerto. Y una pregunta insidiosa: ¿por qué hay tanto psicólogo y tanto psiquiatra en la Argentina?
En serio, hay que evitar el abaratamiento de las columnas políticas que tratan fenómenos hoy extendidos en Europa mediante el truco de poner en el texto el nombre de un país latinoamericano, que vendría a ser el ejemplo perfecto para legitimar el contexto de la información difundida y el análisis que se está escribiendo.