Los poderosos mandan

La economía se come a la política

Más bien habría que decir que la gran empresa se come al Estado.

A partir de una máxima comúnmente aceptada se construye una estrategia unilateral: «La colaboración público-privada es necesaria para acometer grandes inversiones». Traducida a las prácticas habituales, quiere decir que la parte privada propone en función de sus cálculos económicos y la parte pública asume los grandes costes de cualquier inversión de gran envergadura.

A partir de aquí, cualquier convergencia entre el interés social y el interés privado es mera casualidad. Y, sobre todo, tendrá para las arcas públicas un coste muy superior al que habría en caso de ser el Estado el actor principal en iniciativas de esta índole.

Una información con este encabezamiento representa muy bien la trayectoria que se está siguiendo: “La UE de la seguridad y la defensa se abre paso frente a las agendas verde y social”. Guerra de Ucrania mediante y con una campaña de propaganda gigantesca que abarca todo el espacio mediático, se impone el gasto en defensa y, por tanto, la financiación pública del negocio multiplicado de la industria militar.

Pero es que todo esto tiene ramificaciones en otros sectores, enteramente en dirección contraria al discurso geoestratégico de la UE. Por ejemplo, los medios cuentan que “Santander, Caixabank y BBVA invierten 1.000 millones en las empresas más contaminantes del mundo”, y esto se inscribe en una trayectoria que ilustra muy bien el maquiavelismo empresarial (aunque, todo hay que decirlo, el gran empresariado lo tiene muy fácil): “La estafa europea de los fondos ‘verdes’: invierten 81.000 millones en los 200 mayores emisores de CO2”.

En medio de este panorama, resulta difícil entender el alcance de una información como la siguiente: «El BEI está ayudando a consolidar España como el país de las renovables».

Hace falta financiación, para trazar una trayectoria limpia o para practicar el ‘greenwashing’, lo que remite a otra información dentro de este campo: “La UE analiza cómo hacer que los más ricos paguen 250.000 millones más en impuestos”. Si esto es así, parece evidente que los “ricos” tributan mucho menos de lo debido, y, sin duda, menos que los trabajadores asalariados y los autónomos.

Volvemos al punto de partida: los poderosos mandan y toman las decisiones que más les convienen, aunque la UE se vea obligada a disimular enunciando políticas progresivas de cuyo curso ulterior nunca se llega a tener información fidedigna.

Es decir, al margen de que gobierne la UE una alianza sin ultraderechistas, como la que acaba de imponerse con populares, liberales y socialdemócratas, el mando no está ahí ni depende de profundas convicciones políticas de quienes gobiernan: depende del ejercicio del poder que realizan los poderosos. Poderosos que, por lo demás, cada vez dependen menos de lo que se legisle o se dictamine a escala nacional o europea, puesto que ellos despliegan su riqueza en otros lugares, allí donde han creado paraísos fiscales o donde pueden amarrar sus megayates de 300 millones de euros. Esta es la realidad actual o, al menos, se le parece mucho. Siendo así, se entiende perfectamente que los ciudadanos desconfíen cada vez más de la política y no se crean que votando a unos o a otros se puede corregir esta situación.

Francia en África

La crisis exterior se suma a la interior

Sin necesidad de profundizar mucho, o incluso limitándose a leer e interpretar titulares en los medios, la revisión de la prensa francesa sitúa muy bien la crisis exterior de Francia (también la interior, desde luego).

La empresa francesa Orano opera en Niger explotando uno de los mayores yacimientos de uranio, mineral imprescindible para mantener en funcionamiento la generación nuclear de energía eléctrica. Y, en fechas recientes, han empezado las presiones que han culminado con la retirada del permiso gubernamental para la explotación de un nuevo yacimiento. Cuestión importante: el yacimiento de Imouraren es uno de los mayores conocidos.

Vinculado a esto aparecen informaciones y reflexiones que ilustran muy bien hasta qué punto Francia está perdiendo pie en África:

Primero: la presencia militar de Francia podría disminuir drásticamente en Costa de Marfil, Gabon, Senegal y Chad. Esto forma parte de una reorganización global de la presencia militar francesa en el continente africano, debida a las presiones crecientes de los respectivos gobiernos,

Segundo: este proceso conduce a reflexiones en los medios del tipo de “En África, París no ha sabido pensar en el nuevo contexto geopolítico”. Una interpretación directa de tal aseveración indica que Francia solo ha sabido mantenerse en África con un enorme despliegue militar permanente, de manera que ciertos cambios en las cúpulas institucionales de muchos de aquellos países conducen a una necesaria redefinición no llevada a cabo hasta ahora.

Tercero: se busca un chivo expiatorio para atenuar las críticas y justificar la pérdida de posiciones, que no es otro que el socorrido grupo Wagner. No se trata de legitimar las actuaciones de esta organización sino de entender que su presencia se debe en gran medida a los errores históricos de Francia como potencia colonial. La alusión a la “brutalidad” y la “depredación” de Wagner en el centro de África sirve como cortina de humo, pero los mismos medios franceses cuentan igualmente que con sus efectivos de unos dos mil hombres, el grupo ruso ha ayudado a gobiernos centroafricanos a reconquistar territorios que habían caído en manos de rebeldes.

En suma, se cuente de una manera o de otra, lo que ocurre en el centro de África es un reflejo de los errores franceses en su política exterior.

Latinoamérica no es referencia

Historias con escaso paralelismo

Últimamente, a raíz de elecciones ocurridas en países latinoamericanos, se ha hecho costumbre utilizarlas como referencias para encauzar y dar un sentido específico a análisis de la política en Europa. El esquema es muy simple: si se trata de avances de la derecha se alude a Milei; si se trata de la izquierda, el referente reciente es Scheinbaum. 

Es decir, la actualidad política argentina nos situaría en la órbita de los avances de la extrema derecha europea, y las recientes elecciones presidenciales mexicanas estarían marcando el rumbo de la izquierda. Y todo ello sin la menor alusión a los respectivos contextos históricos ni a las respectivas trayectorias políticas que han desembocado en las situaciones aludidas.

Conociendo el panorama general de la cultura política española en relación con Latinoamérica, la verdad es que estas tentaciones no resultan sorprendentes. Pero, al margen de la hiper simplificación de los análisis trazados, la cuestión crítica reside en que tanto la Argentina como México tienen unas historias políticas que no discurren en absoluto por los mismos derroteros que las de los países europeos implicados en estas reflexiones, en particular España (ni sus respectivas historias son ‘paralelas’).

Puede que quepan múltiples matices, pero es evidente que el Estado mexicano es un estado fallido. Sobre todo, porque existe una violencia endémica, practicada principalmente por las bandas de los narcos, ante la cual el aparato militar y policial del estado es incapaz de intervenir, de manera que la población civil se encuentra ante la más completa desprotección salvo que pague la protección otorgada por los narcos que controlan los diferentes territorios.

En este ambiente, está por ver qué puede hacer un gobierno de izquierda. Por lo pronto, el PRI nunca resolvió esta cuestión, y su “disidente de izquierda”, AMLO, solo ha sido espectador de un proceso rápidamente agudizado. A poco de las elecciones, nuevas acciones de los narcos, ahora en Chiapas, con la ausencia de las fuerzas del estado y la huida masiva de la población.

Y, en el caso de la Argentina, ¿de verdad se quiere explicar lo sucedido con Milei como un exabrupto ultraderechista inscrito en una tendencia planetaria? Los “exabruptos” (entendidos como disrupciones históricas que abonan el terreno al populismo y a las dictaduras militares) forman parte de la historia política argentina de gran parte del siglo XX y de lo que llevamos del XXI. Simplificando, está por ver que exista en Europa, y concretamente en España, un líder ultraderechista que dialogue con su perro muerto. Y una pregunta insidiosa: ¿por qué hay tanto psicólogo y tanto psiquiatra en la Argentina?

En serio, hay que evitar el abaratamiento de las columnas políticas que tratan fenómenos hoy extendidos en Europa mediante el truco de poner en el texto el nombre de un país latinoamericano, que vendría a ser el ejemplo perfecto para legitimar el contexto de la información difundida y el análisis que se está escribiendo.                 

No hay sorpresa

Uso arbitrario de la demoscopia

El mismo día se encuentra uno con estas informaciones un tanto divergentes:

En un medio online:

El PP se distancia y aventaja en casi siete puntos al PSOE

En otro medio online:

El PP agota el impulso de la amnistía y su ventaja sobre el PSOE cae por debajo de los cuatro puntos”.

¿Cómo se puede conseguir tanta disparidad en un momento determinado?

La respuesta parece inevitable: se trata de parir titulares con tirada comercial utilizando cualquier recurso. El más fecundo en tiempos recientes es la manipulación demoscópica.

No estaría de más discurrir y poner en práctica una normativa reguladora para reducir el margen de discrecionalidad en este campo, de forma que exista una relación temporal y causal entre demoscopia y participación ciudadana. En otras palabras, si no hay elecciones en un plazo (que se determina en la normativa), solo cabe la demoscopia sociológica, no la electoral con sus habituales bailes de porcentajes y escaños por partidos. Y, naturalmente, cada operación de esta índole tiene que ir acompañada de la publicación del diseño muestral, el tamaño de la muestra y las preguntas que se formulan. De paso, haciendo explícitos algunos datos que raramente se muestran: el porcentaje de respuestas válidas en el momento de realizar la encuesta, que nunca es del 100%, el porcentaje de respuestas NS/NC y el porcentaje declarado de abstención.

Seguramente evitaríamos así las polémicas inútiles acerca de si se manipula o no una encuesta, porque cualquier juego aritmético a posteriori estaría condicionado por los datos básicos del trabajo efectuado. Por mucha “cocina” que se aplique.

Visión sesgada

Propaganda geopolítica

En lemonde.fr leo el siguiente titular: “Guerre en Ukraine : la russification et l’endoctrinement des écoliers dans les zones occupées” (“Guerra en Ucrania: la rusificación y el adoctrinamiento de los escolares en las zonas ocupadas”).

Esto, si se tiene en cuenta la historia de esas zonas, conduce a la sencilla conclusión de que estamos ante otro ejemplo de una propaganda que apela constantemente a la tergiversación y a la manipulación. Cosa bastante simple de contrastar.

Las “zonas ocupadas” de Ucrania, en el este y el sur, están habitadas por población rusa y población rusófila (ruso hablantes todos), y lo estaban en el momento de las elecciones ganadas por los pro rusos, también cuando se produjo el golpe del Maidan y luego cuando se inició la invasión rusa.

En 2012, tuvieron lugar elecciones legislativas (el Maidán fue desencadenado en 2014), cuyos resultados fueron muy ilustrativos: el Partido de las Regiones obtuvo el 30% del voto. Era un partido político de carácter centrista​ y ruso hablante. Hegemónico en el este y el sur de Ucrania (incluida Crimea). En 2023 fue prohibido por el régimen.

En esas mismas elecciones, el partido Svoboda obtuvo el 10,45%. La Unión Panucraniana «Svoboda» es un partido político situado entre la derecha y la extrema derecha. Sus votantes son más importantes en proporción en el oeste de Ucrania., fronterizo con países como Polonia, entre otros.

Por su parte, la Unión de todos los ucranianos, con sede en Kiev y dirigida por Yulia Timoshenko, obtuvo el 25,55% de los votos.

En suma, el partido más próximo a la población rusa del este y el sur de Ucrania ganó las elecciones. De ahí vino la presidencia de Viktor Yanukovich, acusado de rusófilo y derribado por el golpe del Maidán.

En este contexto, dos observaciones son necesarias para situarse en la verdadera dimensión de la conflagración actual: primera, que un gobierno sustentado en un triunfo electoral es derribado por un golpe con participación de organizaciones nazis y con el respaldo activo de Alemania; segunda, que las regiones ocupadas por los rusos hace siglos que están mayoritariamente habitadas por rusos y ruso hablantes.

Sin que esto justifique automáticamente la agresión rusa, lo cierto es que la situación presenta muchos más matices de los que aparecen día tras día en la campaña anti rusa de los EEUU, la UE y la gran mayoría de los medios de información “occidentales”. Y, desde luego, que cabe desconfiar enteramente de la afirmación de que las “zonas ocupadas” están sometidas a un proceso de adoctrinamiento y “rusificación”: de hecho, fueron “rusificadas” hace muchos años.  

Madrid de derechas

Hay quien dice que no

Esto escribe hoy, 18 de junio de 2024, en eldiario.es, José María Izquierdo:

“Es imposible tirar para adelante con Madrid y Andalucía no ya en manos de la derecha: es que la izquierda ha sido barrida en ambas Comunidades. A quien intente defenderse con la flagrante mentira de la idiosincrasia derechista de los madrileños, tendremos que recordarles que en junio de 2015 Manuela Carmena asumía la alcaldía de Madrid. Hace nada. Y aún ha pasado menos tiempo, en 2019, en las elecciones a la Asamblea de Madrid, el socialista Ángel Gabilondo logró cerca de 170.000 votos más que la reina del vermú, la desfachatada Isabel Díaz Ayuso.” 

Toda una pérdida de la perspectiva histórica. Manuela Carmena pudo ser alcaldesa durante un cuatrienio en un período de más de treinta años. Y Gabilondo no sólo no pudo gobernar, es que la derecha gobierna la Comunidad de Madrid ininterrumpidamente desde 1995, casi treinta años. Entonces, ¿en qué consiste la “flagrante mentira” de la idiosincrasia derechista de los madrileños?

Algo debe haber por ahí, según indican estos sencillos números. Sin olvidar que Ayuso ha repetido su triunfo electoral y gobierna con mayoría absoluta.

Negar ciertas evidencias no sirve para nada. Sólo permite esquivar un análisis sociológico y político pausado del que seguramente se podría extraer alguna enseñanza. Y, ¡ojo!, que municipios madrileños históricamente decantados a la izquierda son gobernados actualmente por la derecha (PP o PP+VOX).

Es más, el autor inscribe en su reflexión a las comunidades de Madrid y Andalucía, y conviene recordar que el PSOE gobernó la comunidad andaluza durante cuarenta y un años ininterrumpidos, entre 1978 y 2019. Más tiempo del que lleva dominando la derecha en Madrid.

Insisto: habría que hacer un esfuerzo por comprender estas trayectorias sin limitarse a descalificar la idea de “la idiosincrasia derechista de los madrileños”.

Visión estrábica

A un lado bien y al otro mal

Editorial de lavanguardia.com del 20 de junio de 2024:

“Moscú y Pyongyang, alianza inquietante”.

“Pyongyang arma a Rusia con fines definidos (alimentar la munición bélica en Ucrania). Habrá que ver el efecto de las contrapartidas militares que Moscú brindará al régimen de Corea del Norte.”

Puede que sea inquietante, pero para alguien que vive en un país de la UE es mucho más inquietante la alianza DESIGUAL entre los EEUU y la UE. Por cierto, se puede aplicar la afirmación anterior a estas relaciones tan solo cambiando las denominaciones de los países.

El mismo medio incluye (en esa fecha) una columna titulada “Putin sella una alianza estratégica con el estado paria de Kim Jong Un”.

En la relación EEUU-UE no cabe la menor duda de quien es el paria.

No son tontos

Tampoco nosotros

Desde el primer minuto resultaba evidente que había trampa: imposible pensar que los servicios israelíes no eran capaces de seguir la pista a operaciones de Hamás. Ahora van apareciendo en los medios las referencias concretas a esta cuestión:

“La inteligencia israelí conocía «con alto grado de precisión» los planes de Hamás antes del 7 de octubre”. “Un informe publicado tres semanas antes del ataque de Hamás alertaba de los movimientos de la organización islamista.”

“Denuncian que las Fuerzas de Defensa de Israel conocían el plan de Hamas de secuestrar a 250 personas antes de la masacre del 7 de octubre en Gaza”. “El documento, recopilado por la División de las IDF especializada en la Franja, esbozaba las intenciones del grupo terrorista y era conocido por altos cargos de los servicios de inteligencia, según afirmó Kan News, la emisora pública israelí. “El documento se distribuyó el 19 de septiembre de 2023 y describía minuciosamente una serie de ejercicios llevados a cabo por las unidades de élite de la organización terrorista”.

A partir de la idea enunciada – una obviedad – surgía la cuestión primordial, que era la pregunta acerca de las razones para no dar cuenta de la información y anticiparse a la estrategia de Hamás.

Solamente podía haber una razón: el silencio para dejar paso al ataque de Hamás interesaba al régimen israelí, con Netanyahu a la cabeza. Iba a ser su gran coartada para atacar Gaza y dejar a los palestinos sin la menor opción para un estado propio.

El modelo nórdico

Suecia como símbolo

Algunos medios muestran sorpresa ante esto (en eldiario.es, el 19 de junio de 2024)

“Cómo el partido de ultraderecha de Suecia está poniendo en peligro el modelo nórdico”.

“De granjas de trolls a racismo y discursos de odio, las tácticas de intimidación de los ultranacionalistas contra la prensa están teniendo un efecto sobre la ciudadanía”.

Si alguna vez los medios hubieran escarbado tras el telón infinito de ditirambos sobre el “modelo sueco”, habrían conseguido enterarse de eventos históricos que no son simples minucias. Por ejemplo, el amplio y reconocido (con la boca muy pequeña) apoyo o, al menos, la manifiesta simpatía de buena parte de la población sueca hacia el nazismo alemán antes y durante la segunda guerra mundial.

Reconocido esto – algo que no es difícil investigar, aunque sin duda hay que ‘escarbar’ – resulta menos o muy poco sorprendente eso de “el partido de ultraderecha” que pone “en peligro el modelo nórdico”. Por cierto, la expresión “modelo nórdico” retoma la idealización interesada de una estrategia política compartida vendible a los simpatizantes de la socialdemocracia europea. Porque “nórdico” engloba a países con trayectorias históricas y realidades sociales disímiles, desde la Finlandia semi asiática hasta la Dinamarca medio germánica; en medio, una Noruega que margina a su población lapona y una Suecia con esos antecedentes filo nazis.  

La conclusión principal es la de siempre: los medios deberían trabajar, aunque fuera un poquito, los temas en los que se meten. Y, desde luego, dejar de repetir frases hechas y conceptos manipulados por quienes tienen interés en extender este modelo socioeconómico.

Perplejidad

Francia en el sumidero

Según Macron, el Nuevo Frente Popular (NFP), no es más que una «alianza indecente» con «la extrema izquierda culpable de antisemitismo».

Los aludidos, por su parte, se descuelgan con un Programa del Nuevo Frente Popular, expuesto en junio de 2024, ya en plena campaña. Y en él se puede comprobar, según el articulista, que “ya ha eliminado cualquier ambigüedad, si es que la había, sobre el compromiso firme y claro de los socios contra el antisemitismo: «Hay que combatir a todos los que propagan el odio a los judíos».” 

Todo esto lo recoge Edwy Plenel, de Mediapart, en una columna publicada por infolibre.es, el 18 de junio de 2024, bajo el título “Frente Popular: Léon Blum contra Emmanuel Macron”.

 Y luego escribe:

“Unidad de acción, acción popular, eso es lo que hizo que el Frente Popular entrara a formar parte de nuestra mitología política, a pesar de sus limitaciones, de la tragedia de su no intervención junto a los republicanos españoles y de su fracaso final tras la salida de Blum del gobierno. 

Ojo: esa Francia del Frente Popular de 1934 combatió el antisemitismo, pero dejó caer a la República española y, por su propio fracaso, abonó el terreno al colaboracionismo francés con los invasores nazis.

Todo un discurso incomprensible para un español, por muy bien informado que esté. Más de la mitad del texto apunta a que la lucha contra el antisemitismo coincide con la lucha contra la extrema derecha.

Ni más ni menos. Y en medio de esta atmósfera oxidada, si usted tiene la ocurrencia de portar una bandera palestina por una calle de París, corre el serio riesgo de ser vapuleado por la policía. Es decir, cuidado con mostrarse antisemita, pero no malogre su comportamiento denunciando el genocidio en Gaza.

De paso, un comentario técnico: se alude aquí a esa policía que antes mata a un presunto terrorista que pretender obtener información acerca de su procedencia y sus objetivos.

Todo lo que se puede ir sabiendo acerca de la situación francesa actual, adornado además por manifestaciones ideológicas como la que aquí se despliega, lleva a tener la certeza de que Francia está cada día más cerca del sumidero. Es decir, más cerca de un punto en el que el retorno a una sociedad plenamente democrática y progresiva se complica hasta límites hace unos años insospechados.

En este mismo medio y el mismo día, Ruth Ferrero-Turrión escribe una columna titulada “Francia (y la UE) ante el abismo”. El “abismo” de la autora es el “sumidero” de estas líneas, con un añadido fundamental: la UE está desde hace tiempo ante el despeñadero, y si uno de sus dos socios más potentes se acerca al “abismo”, la arrastra sin contrapeso. Es importante constatar que toda esta columna de Francia ante el abismo dedica su atención a la crisis política francesa y a su repercusión en la UE sin la menor alusión al antisemitismo.