Identidad perdida en la confusión
El seguimiento de algunas intervenciones de altos dirigentes de la UE es revelador: produce un estremecimiento el vacío programático y estratégico.
Ursula von der Leyen explicita su visión y especifica las claves para el futuro próximo de la UE hablando de AMPLIACIÓN, COHESIÓN EN TORNO A UCRANIA y PACTO VERDE.
Ahora va a Lampedusa (17 de septiembre) y añade otro objetivo para la UE: “un plan europeo ante la crisis migratoria de Italia”.
Total, es cuestión de ir añadiendo frases según la ocasión.
Y también hay quien lleva mucho más lejos su simpleza política, como Josep Borrell, diciendo que “el primer objetivo de la política exterior de la UE es GARANTIZAR LA VICTORIA DE UCRANIA EN LA GUERRA”.
Recapitulando, tenemos: ampliación, cohesión bélica para que Ucrania gane la guerra, política migratoria y estrategia por el medio ambiente (que puede llamarse “pacto verde” o ‘buenas palabras’, o ‘queremos agua potable’, que sin duda será el planteamiento de los 2.200 millones de personas que en el mundo ni siquiera tienen acceso a ese elemento indispensable para la vida).
Esto produce una atroz impresión de vacío. Se rellena el agujero en que se ha ido convirtiendo la UE con las ocurrencias de cada momento, originadas en un contexto internacional en el que debería actuarse conforme a una estrategia compartida por los Estados miembro, estructurada y puesta en marcha por la Comisión Europea.
La original ocurrencia del momento actual es bien simple: se amplía la UE y con ello se cierra el cerco en torno a Rusia y, sobre todo, se elude cualquier discusión acerca del vacío existencial.
La mirada bizca de la UE no atina con un objetivo vital para su existencia, de manera que se termina cada vez con un añadido más incongruente: ampliar (obsesión de von der Leyen), hacer que Ucrania gane la guerra (obsesión de Borrell), resolver la cuestión de los migrantes (por cierto, solo se habla del problema italiano, obsesión de Meloni), avanzar con el “pacto verde” (obsesión general que nadie acierta a concretar y desata las mayores contradicciones: ahora nos cuentan que la presión de la industria automovilística ha conseguido retrasar el endurecimiento de las medidas sobre los gases emitidos por los vehículos con motores de combustión).
Cualquier acontecimiento político internacional da pie, en la actualidad, para que Europa exhiba su ausencia de referentes y de pensamiento propio. Un ejemplo muy actual: en los medios internacionales se ha informado de la reunión Putin-Kim Jong Un, que han titulado “inquietante cumbre de parias”. La batalla por la hegemonía internacional se descalifica por las buenas, seguramente porque la UE solo es un subalterno sin autonomía en esta confrontación. Y hasta tal punto es así que “Bruselas exige a las grandes plataformas digitales que luchen contra la propaganda rusa ante las elecciones europeas”, comportamiento desequilibrado en comparación con la ausencia de respuestas ante la propaganda EEUU-OTAN.
Lo verdaderamente inquietante, a mi juicio, es la pobreza mental que se ha adueñado de la intelligentsia europea. Y en esta línea aparece un editorial de elpais.com titulado: “UE de éxito, pero insuficiente”, cuya entradilla introduce una precisión importante: “Será difícil reeditar en el futuro los éxitos del pasado europeo sin afrontar reformas concretas”. La trayectoria de éxito, por cierto, está bloqueada desde hace años, y del callejón no se sale metiendo a otros diez miembros o alentando la confrontación bélica en Ucrania (todo ello, por cierto, sin hacer la menor alusión al fracaso que ha representado el Brexit).
Para la ampliación se habla ya de diez nuevos miembros. ¿Diez miembros? Pues sí, hay una lista: ocho tienen el estatus de candidatos (Ucrania, Moldavia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia, Albania y Turquía) y dos aspiran a conseguirlo (Georgia y Kosovo). Integrar a un país en guerra, Ucrania, parece una completa insensatez y no tiene precedentes. Se dice que la incorporación de estos países, total o parcial, cambiará radicalmente la geografía, la cultura y la estructura de Europa. Sin duda, pero el proyecto europeo quedará completamente desvirtuado, más que con aquella ampliación a toda prisa que elevó el listón de 16 a 28 miembros.