Más pronto que tarde nos veremos en un grave aprieto
Mirando el mañana próximo, esto produce vértigo. Mirando el mañana más lejano, esto produce pánico.
Llevo ya unos años examinando información y reflexionando sobre las famosas «burbujas». Hay mucha literatura al respecto, y yo no me he quedado corto. Pese a ello, resulta obligatorio volver a tocar esta cuestión, porque lo que se está incubando es de una extrema peligrosidad.
Contexto. Insisto en ello cada vez: es imprescindible tratar un tema como el aludido dentro de un contexto concreto, pues de lo contrario se pierde por completo la perspectiva. Este fue el camino que seguí en una larga secuencia de artículos iniciada a fines de 2015 con «A vueltas con las burbujas». Por este camino se fueron desgranando luego «Más burbujas», «Poniendo al día las burbujas», «La reveladora historia de Yahoo!», «Las dos caras del sector tecnológico» y «La burbuja tecnológica», hasta fines de aquel año.
En https://lacalmatraslatormenta.wordpress.com/ he ido poniendo al día este asunto en los años sucesivos. Siempre, hay que reconocerlo, teniendo en cuenta una famosa conferencia del conocido asesor económico presidencial estadounidense Larry Summers, que fue quien abrió el fuego con aquello de que puede ser que el capitalismo actual solo consiga ir de burbuja en burbuja, hipótesis luego reforzada a su manera por el millonario Carl Icahn. ¿Dónde está el foco, según Icahn? En la masiva disponibilidad de dinero barato, que facilita y estimula operaciones de inversión completamente ajenas a las condiciones de la economía real.
Estamos en ello. Como decían ambos, es fácil descubrir la presencia de factores de gran riesgo para la supervivencia global del sistema capitalista. Y, tras la caída de Lehmann Brothers en 2008, no hay el menor indicio de que el rumbo haya sido corregido. De hecho, se habla otra vez con insistencia de los movimientos especulativos en las bolsas y en el mundo financiero en general, en un ambiente de euforia que tiene todas las trazas de estar anticipando una nueva crisis grave. Y se vuelve al mismo fundamento tantas veces pensado y mencionado por los analistas financieros: las políticas monetarias de los bancos centrales alientan este perverso juego a través de inyecciones masivas de dinero que lo mantienen en precios – tipos de interés – muy bajos durante un ya prolongado período de tiempo.
La cosa empeora cuando en este contexto el juego especulativo es capaz de crear instrumentos que permiten intervenir en operaciones de corto plazo sin riesgo inmediato alguno. Ahora resulta que pululan unas entidades denominadas Special Purpose Acquisition Companies (SPAC), cáscaras vacías concebidas y montadas para ir absorbiendo empresas de cualquier tipo e ir dándoles acceso al mercado financiero por la puerta de atrás, como quien dice. Los SPAC atraen dinero en busca de negocio, y lo hacen ofreciendo la seguridad de efectuar la adquisición de cualquier empresa, con la condición inexcusable de que su valor aumente en bolsa. En poco tiempo, la empresa adquirida es fusionada con la SPAC adquirente, legitimando así su entrada en la bolsa sin pasar los filtros naturales de las valoraciones de los inversionistas ni de los fiscalizadores de las autoridades responsables.
Todo esto contribuye a ir engordando una burbuja financiera de enorme tamaño. Tiene, como la totalidad de las burbujas, la «cualidad» de ir generando subidas de precios que se retroalimentan, de forma que la trayectoria se inicia y se despliega sin la menor relación con los soportes de la economía real. El comportamiento del PIB o la evolución de la productividad carecen de importancia como indicadores de referencia, porque lo realmente determinante es el precio del producto: mientras suba, merecerá la atención de los inversores financieros, de manera que todo el proceso girará en torno a los movimientos de los precios. En suma, la mejor manera de alimentar un proceso que necesariamente acabará en un estallido.
La constatación de los fundamentos de este juego de alto riesgo es sencilla: todo conduce a fijar la atención en el precio del dinero. Con tipos de interés cercanos a cero, el riesgo inmediato es mínimo, y más adelante ya se verá. Pero «más adelante», aun sin fecha concreta, es un momento que se acerca, y esto es lo que origina un estado de nervios creciente entre quienes miran de cerca los mercados financieros y examinan los fundamentos de este capitalismo cada día más puramente especulativo.
En esta perspectiva se puede encajar perfectamente un titular de la prensa de hoy, 26 de abril de 2021: «Las bolsas afrontan la desescalada entre la euforia y el miedo a un crac». El típico péndulo de los momentos de máxima incertidumbre inversora y de creciente certidumbre de la proximidad del estallido.